Sentada en las escaleras del edificio de departamentos vive una mujer que ahora está leyendo, tiene en sus manos rechonchas y suaves un grueso tomo de una novela llamada Ana Karenina, no presta atención, pasa una anciana, un hombre con un raído pantalón de mezclilla, un grupo de niños sucios y ruidosos, ella no los nota, ahora ha alejado de la sucia y vieja escalera para pasearse por Rusia, la mente no está, solo ella en ese diminuto pedazo de espacio ha logrado encontrar en su soledad los mundos posibles, es egoísta y no le importa, regresará a este mundo cuando el sol se haya ido a ver a los hombres amarillos.
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