Me cuestiono en esté instante. ¿Seré una buena persona?, ¿tengo derecho a enojarme?, ¿Quiero ser feliz a costa del precio que pago al final?, ¿quiero realmente a las personas?, ¿son yo o me están abandonando? ¿Yo contribuyo? ¿Debería de hablar con “esa” persona?, ¿Debo de mandar a todos por un tubo y seguir mi vida? ¿Conseguiré más lectores para este blog? ¿Por qué no llama (quien sea)? ¿Por qué se repite de nuevo? ¿Todos los humanos son iguales? ¿Por qué yo no puedo ser egoísta? ¿Soy invisible? Creo que no porque aún me puedo ver en el espejo.
Me engañaron, ¿quién fue el tonto que dijo que la adolescencia es una etapa de confusión? En lo absoluto me sentí confundida y sólo ahora me siento así. ¡Ah maldita falta de experiencia, maldita mala estrella, destino o karma con el que vivo!
Ahora después de deshacerme de mis inquietudes, le dejaré otra historia. Besos.
Nada es como lo piensas.
Hace calor, estamos en invierno pero yo me estoy cocinando, nadie se da cuenta que en un set de televisión siempre están la luces encendidas, razón por la cual las conductoras siempre están vestidas como si fuese primavera o como diría Isabel, todo el tiempo se visten como putas.
Pienso en esto mientras Nidia me esta besando, es la segunda vez que repetimos esta escena, ya me estoy hartando, además su boca tenía une extraño sabor a jarabe.
—¡Corte!—Joaquín el director grita, por fin podré descansar.
—¿Quedo bien?—Nidia sonríe como la boba que es.
—Sí, linda quedo de maravilla. —Joaquín le sonríe.
—¿Te gusto?—Me mira y lo dice en un tono bajo.
—Sí me gusto lo escena, pero lávate la boca con algo que no sepa a enfermo. —Me miro, con su estupida y bella cara.
—¿Qué?— Esta confundida, no esperaba esa respuesta.
—Olvídalo, seguro el Silicon no te dejo escuchar—Me mira molesta.
—¡oye!—Entendió al fin.
—Adiós—Todos los del set salen, los imito y dejo a Nidia.
—Adiós.
¡Por fin! aire, camino hacia mi trailer, debo de cambiarme, esta noche es muy fría e Isabel me esta esperando, acordamos salir esta noche.
A vestirse para la ocasión, una camisa violeta, un pantalón negro y una gabardina con puños adornados con plumas, unas botas negras y todo esta listo.
Subo a mi auto, debo darme prisa ya casi son las ocho, Isabel me dijo”Llega temprano idiota”.
Llego al edificio en donde vive, toco el claxon, la espero y aparece, su cabello teñido de azul marino, su vestido negro y su abrigo negro con plumas negras y blancas en el cuello y las mangas la hacen lucir radiante, a pesar de no tener un cuerpo perfecto ella luce estupenda, mejor que Nidia.
—Hola Roque, llegaste a tiempo estaba apunto de irme. — Me mira sonriente.
—Claro, como si fieras a pagar un taxi o entrar sola. —Arranco el auto. Nos ponemos en marcha.
— ¿Qué tal la grabación? ¿Qué tal tu queridísima Nidia?—Lo dijo con un dejo de sarcasmo.
—Mal, muy mal, odio a esa mujer es pésima, sólo esta ahí por que siempre anda causando polémica.
—Ja ja, ¿qué querías? es una “artista”—Dijo esto haciendo con sus manos unas comillas.
—Tienes razón es una pobre idiota. —Seguí manejando, llegamos después de unos diez minutos.
El lugar era un bar, nuestro lugar favorito: Kimera. Isabel y yo íbamos desde que éramos legales, durante al preparatoria habíamos frecuentado otro bar, pero ahora teníamos dinero, fama y ganas de conocer gente que no le gustara solo emborracharse, nuestros gusto sofisticados, como los llamaba Isabel, eran satisfacidos ahí.
En cuanto entramos note la presencia de un chico muy guapo, cabello negro corto, mirada de inocencia y además una sonrisa encantadora. Estaba sentado con un grupo de chicos
El lugar era un poco ruidoso pero la música era buena, todo el lugar estaba a media luz. No estaba muy lleno, Isabel me llevo directo a la barra y pidió dos Martini tonic.
—¿Ves alguien que te guste?—Le pregunte.
—Si esa chica, la rubia, se ve simpática. ¿y tu?
—No nadie.
—Vamos no me engañes, te vi, te gusto el conejito de por allá—Señalo hacia donde estaba el chico y su grupo de amigos.
—Si tienes razón, es muy lindo. —Sonreí.
—Ve por el y yo voy por mi chica.
—Vamos.
Me acerque al grupo de chicos y le pregunte:—¿Quieres una copa? Yo te invito, ven conmigo a la barra. —Me miró, sus amigos habían callado y asintió con la cabeza, abandono a su grupo.
Llegamos a la barra.
—Pide lo que quieras.—Se había puesto rojo.
—Tequila—El cantinero lo miró.
— ¿Cómo te llamas? Yo soy Roque
—Arnoldo.
—Bien chico y ¿en que trabajas? ¿Qué haces?
—Estudio la universidad, estoy en el tercer semestre de literatura.
— ¿De veras? Que maravilloso, ya debes ser todo un literato.
—No creo, estoy pensando en dejar la carrera, no es como pensé que sería.
— ¿Cómo?
—Es una lata, ¡todos mis profesores son una bola de momias retrogradas que no hacen nada productivo!—Se bebió de un trago el tequila y dejó el vasito con tanta fuerza que pensé que se rompería
—¡Cálmate chico!, mira tómate otro tequila y platicamos de algo más.
—OK, —Le hizo una señal al cantinero. Este le sirvió otro.
—Cuéntame algo más ¿Qué has leído?
—El último libro que he leído fue… No me acuerdo.
—ajajá, suele pasar—Arnoldo sonrío y con mirada triunfal dijo
—Ya me acorde me lo recomendó una amiga es algo sobre un mundo mágico. No es mi estilo pero ella me obligo a leerlo.
—JAJA
—JAJA
Seguimos platicando por una hora, Arnoldo era muy simpático, inteligente y además no se había dado cuenta de quien era yo, o sea el galán de la telenovela del momento, el macho, el sex symbol, para el yo era Roque, un nuevo amigo. Nuestros intereses coincidían en mucho tanto que terminamos abandonado el lugar. A Isabel no le molesto; esta noche habíamos tenido suerte con nuestra pequeña aventura. La rubia también había caído en sus manos y ya tenían todo resuelto para ir a pasar la noche en la casa de esta.
Salimos del bar, Arnoldo y yo subimos a mi auto, continuamos platicando.
—¿Oye tu no me has dicho a que te dedicas?
—Soy actor—Lo mire de reojo.
—¿A-actor? ¿de que?
—De telenovela, pero como tu no las miras ni idea tienes ¿Verdad?
—Sí, nunca veo esas cosas, porque no me gustan y porque no tengo tiempo.
—No me sorprende son una blasfemia.
—S-sí—me miró sorprendido.
—Yo que las hago se lo que son en realidad, pero déjame decirte nadie del gremio acepta esta realidad, que solo trabajamos para llenar de mierda la cabeza de las amas de casa.
—¡Eres increíble, el único verdadero artista de las televisoras! —Lo dijo con tanta emoción que estuve apunto de reírme.
—Llegamos. —Era mi casa, Arnoldo pego el rostro al vidrio.
— ¿De verdad vives ahí?—Estaba muy impresionado.
—Sí, vamos Arnoldo, creo que te gustara.
Entramos en al casa, encendí la luz, Kiss mi gato nos recibió.
—Lindo gato, —Arnoldo acaricio a Kiss.
—Lo sé lo amo, es maravilloso y me encantan sus ojos azules y su pelo blanco.
— !Sí! esta divino.
—Vamos a la sala; ¿Quieres otro tequila?
—Claro, pero sigamos platicando.
—Está bien.
Sentados en el sillón yo con una martini, el con un tequila, seguimos hablando de los libros, películas y música que nos gusta.
—¿De verdad te gusta The white stripes?—Me pregunto Arnoldo
—Sí, su estilo es tan retro, tan rock y me encanta Ryan—
—Sí. Eso mismo pienso yo, muy pocos los conocen.
—Imagínate, en el medio que me desenvuelvo, lo más trascendente es el nuevo chisme generado por mi constelar. La operación más reciente de tetas o algo así.
—Oye y ¿No te han molestado?
—¿Por?
—¿Por que eres gay?.
—No porque nadie aparte de Isabel lo sabe, el día que se den cuenta no me importará yo solo quería actuar, pero no quedar envuelto en semejante mundo de ilusiones.
—Te entiendo, yo creí ver un mundo interesante, pensé que la universidad sería mejor, pero sólo ha resultado una total decepción un lugar apático.
Lo miré a los ojos y nuestras miradas llenas de dolor y rencor por una vida falsa, hicieron que nos besáramos, los besos reflejaban nuestra desesperación ante ese mundo horrible y vacío en el que vivíamos, cada beso nos acerco más, metí mi mano entre sus piernas y la talle contra su pantalón, el empezó a gemir, abrí la bragueta y descendí.
Después de que me desprendí de el, puso su mano en mi pecho me acaricio y empezó a bajar dando pequeñas mordidas. Llego a mi bragueta y entonces me perdí en un mundo de placer, le sujetaba al cabeza y mis dedos estaban entre sus cabellos, no pude más.
—!Ahggg!, espera—Estaba jadeando.
—No—Lo dijo en un tono juguetón y regreso a lo que estaba haciendo.
—Espera, por favor, vamos a ha-hacerlo.
—Bien,¿Cómo?
—yo a ti ,¿Te parece?
—Sí y luego...—Se apuntaba así mismo con el dedo.
—Claro—Le sonreí.
El día comenzó a brillar, aun establos acostados en la sala, desnudos y abrazados. Estaba claro ese día no iría a trabajar, pobre Nidia, se molestaría demasiado y se estreñiría, porque según ella cuando se enojaba siempre se estreñía. Que risa.
—¿De que te ríes?—Arnoldo había despertado.
—De algo que recordé. —No me había reído su mirada lo confirmaba.
—Me voy, creo que llegare tarde a la escuela. —Parecía molesto
—No que no te importaba, niño decídete rápido o te perderás. —Su mirada era rara de confusión y algo más.
—No te importa.
—Calmadito, ya te puedes ir.
—Oye—hizo una voz suave.
—¿Qué paso?—Lo mire con curiosidad.
—Te amo—Cuando lo dijo sentí que mi estomago quería salir por mi boca o tal vez fuese culpa de la cruda.
—!¿QUÉ?!—Respire profundo.— Estas loco, apenas nos hemos conocido.
—Sí lo sé, pero eres maravilloso.
—Lo siento, yo también te amaba,—sus ojos se iluminaron—pero sólo hasta hoy, mi amor es de una noche, como cuando vas a un hotel.
—Eso no es justo—El pobre chico estaba apunto de llorar.
—Si, así soy, ¿Creíste que era tu príncipe azul?—Lo mire desafiante.
—No, p-pero yo creí que te habías enamorado.
—Te equivocas niño, este corazón es un hotel. Tú noche se acabó.
—Entiendo—Apretó los sientes y empezó a vestirse. Lo mire con lástima. Termino de y antes de salir pateo a Kiss y azotó la puerta.
Mi celular empezó a sonar, lo busque, era Joaquín. Estaba molesto, porque no había llegado, la grabación se corrió para la tarde, era la escena de sexo con Nidia; colgué .No era sexo real, pero me daba asco estar cerca de ella, con su perfume de diseñador, so rostro que olía maquillaje, no era algo que me atrajera. Me senté en el sillón y empecé a recordar esa noche, cuando sonó el celular otra vez.
Era Isabel, tenía problemas, estaba perdida, la tipa con al que se fue anoche la había violado y la termino dejando abandonada. Al parecer ella se había divertido más que yo esa noche. Me vestí y salí para ayudarla.
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